viernes, 12 de junio de 2009

BOLETIN DE OPINION 11 DE JUNIO DE 2009

EN ESTE BOLETIN DE OPINIÓN HEMOS INCLUIDO A TRES COLABORADORES Y COLABORADORAS REGULARES, Y A DOS EDITORIALISTAS, UNO DE REFORMA Y OTRO DE LA JORNADA. FINALMENTE CUATRO COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS DE 21 AÑOS O MENOS TAMBIÉN EXPRESAN SUS PUNTOS DE VISTA.


Ya basta de negligencia, corrupción y valemadrismo
Nancy Mejía

El desafortunado caso de la guardería ABC en Hermosillo, Sonora, donde perdieron la vida 44 bebés a causa de un incendio es sólo la punta del iceberg de las numerosas guarderías del IMSS que hay en el país: de las mil 568 que existen, esta institución administra directamente sólo 142. Negligencia, ambición y corrupción están detrás.

Si esta cifra causa horror, la siguiente no lo es menos. El Programa de Estancias Infantiles de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) está en situación de alerta: son ocho mil 962 estancias infantiles que operan en condiciones de discrecionalidad en su manejo, ya que se desconocen las reglas de su administración, pero eso no es lo más grave: no se exigen normas mínimas para prestar los servicios educativos, de salud o de alimentación, lo que las convierte en sitios con un alto riesgo de padecer lo que en Hermosillo.

Las madres y padres que dejan a sus hijos en una estancia o guardería lo hacen por necesidad. No pueden cuidar durante cierto tiempo de sus hijos y se ven obligados a ponerlos en manos de personas “capacitadas” para el cuidado de niños pero que en realidad no tienen la menor idea del cuidado que deben darles.

Lo peor no es eso. Abrir una estancia es muy sencillo: basta con que haya más de 2 metros cuadrados por niño, que haya una cocina y personas que los cuiden, no se pide que cuenten con salidas de emergencia, sensores de humo o extinguidores. ¡Sí!, cualquier persona puede abrir una y cualquiera puede cuidarlos. ¡Que cosa más indignante! Si eres pobre, ¡te amuelas! y dejas a tu hijo en uno de estos lugares.
Eso sí, la guardería ABC recibía al mes la cantidad de 500 mil pesos. ¿Por qué no había salidas de emergencia? ¿Por qué estaba situada junto a un sitio peligroso? Esta tragedia y otras (en las estancias infantiles que forman parte del programa de Sedesol han muerto dos menores y se tienen 144 denuncias relacionadas con la falta de higiene, cobro de alimentos y maltrato a los pequeños, según información entregada por la propia Secretaría a diputados) se pudieron haber evitado. Y todo ¿por qué? Por la negligencia de quienes las aprueban al vapor en aras de ganar votos, por la corrupción de quienes se hacen de la vista gorda, pero sobre todo, de la ambición de quienes reciben el dinero y no quieren gastar un peso en la seguridad de los bebés! ¡Dinero que no sale de su bolsa y que el gobierno les da para operar! ¡Ya basta! ¡Basta de corrupción! ¡Basta de burla hacia el pueblo! ¡Ni una muerte más por negligencia!

Diálogo entre iguales
Ciudadano Brando

¿A quién se dirige la clase política con tanta vehemencia en sus discursos contra el voto nulo, voto blanco o abstencionismo activo? y ¿por qué están tan seguros de que se trata de una conjura de sus rivales partidistas, de los intelectuales a los que llaman “orugas sabias” o de las fuerzas oscuras como les llamara en otros tiempos el mandril Ordaz?
Y es que justo a él me recuerdan cuando subestiman la inteligencia y los planteamientos de la ciudadanía. Que no se dan cuenta que este movimiento nace del hartazgo de miles y millones de cabezas pensantes que circulan por las calles todos los días y que desarrollan las labores más cotidianas. Si quieren combatir el voto nulo tendrían que dirigirse a nosotros y a nadie más.
El movimiento del voto nulo no tiene una columna vertical, ni hay intelectuales orgánicos detrás o ideologías externas, nadie le tira línea y se vale de las acciones más heterogéneas para cumplir su cometido que tiene bien claro. Varios se han tratado de colgar, pero no se dan cuenta que en un fenómeno social como este, cada quien baila con el paso que mejor le sale.
Mucha gente ha argumentado que se trata de un movimiento inútil, o que su efectividad será justamente nula, pero les recuerdo que las movilizaciones nacidas de las conciencias más libres del país, son las que han generado los cambios históricos más fuertes en los últimos 50 años y le han dejado una huella que permanece.
El principal problema de la clase política es que no puede construir un diálogo con la ciudadanía por el simple hecho de que no nos considera sus iguales, se han despegado tanto de la realidad y están tan encerrados en su burbuja que ya no saben como combatir argumentos tan simples como los que plantea un ciudadano común que no se siente representado por ninguna opción. Creen que con un spot habrán de cambiar una conciencia por el simple hecho de repetir el mismo mensaje un millón de veces, si a eso le están apostando quienes les operan las campañas yo no estaría tan seguro de darles su paga.
Cuando existe un diálogo entre iguales se crean lazos de confianza, corresponsabilidad y un pacto que sin suscribirse genera compromisos cabales. Eso sin duda está ausente en el contexto actual.
La clase política se ha vuelto juez y parte de todos los problemas nacionales, por lo tanto no les preocupa el juicio de valor que la ciudadanía se forma acerca de ellos. El caso más claro es el de la guardería en Sonora en donde fallecieron cuarenta pequeños, por menos que eso han caído gobierno enteros en otras latitudes, pero aquí los mismos dueños de la guardería eran a su vez los funcionarios públicos que tenían a su cargo la supervisión de dicho inmueble. Inconcebible pensar que veremos a uno solo de ellos en la cárcel porque según el órgano judicial, no existe homicidio culposo, lo que existe es una clase política ciega y autocomplaciente.
La actual clase política se siente intocable, cree no les puede pasar lo mismo que le paso al mandril o a Echeverría, yo creo que se equivocan, yo creo que tienen miedo de mirarnos a los ojos y no saber como responder, por eso se inventan enemigos externos y complots rebuscados, por eso debaten en las alturas donde el aire escasea y las ideas se evaporan más rápido.
Como decían en aquel entonces, si Kafka viviera en México sería un escritor costumbrista.

¿Tenemos una verdadera democracia?
Fidel Gómez

Ya estamos a semanas para que el nuevo grupo de legisladores sean sustituidos por personas que seguramente serán electas con la misma o una menor proporción de votos. Es en esta elección donde la probabilidad de que el abstencionismo crezca enormemente. Ya son varios los reportajes, artículos, notas, en diferentes medios de difusión, que toman este tema, ya sea a favor o en contra, pero a menudo con una observación de que el llamado “voto blanco” podrían dañar“la democracia” que vivimos.
Muchos se preguntan si ¿esta opción es adecuada?, ¿si beneficia o afecta?.O si bien ¿atenta contra la actual forma de gobierno ?. La verdad, es que es increible varios gobiernos esttale syel gobienro federal ha sido electos con una proporción menor a la del 50 % de votantes. Me pregunto: ¿cómo es posible tener a gobernantes con un alto grado de rechazo que desde mi punto de vista, tienen un serio déficit de legitimidad. Según varios estudiosos de la democracia, las eleecciones permiten legitimar a los gobiernos cuando una clara mayoría se expresa. No encuentro una mayoría en la cual alguien gana con un porcentaje digamos del 40% del padrón total, mientras que otras opciones perdedoras, tienen respectivamente 37% ,18% y 5%. Incluyendo en estas cifras el porcentaje de abstencionismo.

No niego que muchos de los candidatos que compiten tengan buenas propuestas y que estén convencidos que pueden cumplir con sus promesas electorales, pero si un ciudadano no está de acuerdo con los ideales, ya sea del partido o del candidato ni se siente representado,por qué tendría que votar por ellos?¿ Cómo es que se debilita la democracia cuando se expresa una preferencia que significa no votar por ninguno d elos candidatos registrados?
Para algunos analistas el voto en blanco no tiene consecuencias porque finalmente gana el que tenga más votos. ¿Y la legitimidad?
Lo que si no estoy de acuerdo es en no ir a votar. Una cosa es ir a la casilla, recibir tu boleta, tachar toda la hoja y así anularla; y otra muy diferente quedarte en tu casa y esperar a ver a quién eligieron, sin haber asumido una opción, avalando de esta manera a quien esté en el poder.
Aun que digan lo contrario, la elección por el voto blanco, tiene un gran peso en la legitimidad o no de las elecciones.


El voto sin partido o cómo usar la crisis
Lorenzo Meyer
No aceptar nada de lo que la clase política nos ofrece es poner a esa clase en su justo sitio.
Se va a echar de menos la presencia de Javier Wimer.
Razón
Una buena razón para ir a las urnas el próximo mes pero sin darle el voto a un partido, la resume un titular: "La clase política contra el voto nulo. Las dirigencias partidistas califican de peligroso el sufragio en blanco" (El Universal, 5 de junio). Para aquellos ciudadanos más que insatisfechos con la actual clase política y sus partidos -de todos sus partidos-, la irritación de la elite del poder -políticos, empresarios, Iglesia Católica, etcétera- ante la idea de anular el voto o mejor aún, dárselo a un personaje sin registro usando para ello la casilla en blanco de las boletas, es todo un incentivo para seguir adelante con ese propósito.
Oportunidad
El título de esta columna está inspirado en una propuesta que se le atribuye a Rahm Emanuel, el astuto y realista jefe de Gabinete del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. La gran crisis económica y política que Obama heredó de la administración de George W.Bush, dentro de la calamidad que era, tenía un lado bueno: facilitaba reencauzar el desarrollo general del país. El estado de emergencia económica, el fracaso de la invasión de Iraq y el triunfo electoral de los demócratas habían destruido buena parte de los argumentos y capacidades de las fuerzas conservadoras que se oponían a una reestructuración a fondo del sector financiero, a un cambio en el unilateralismo que dominaba la política exterior de Washington, a proteger de manera efectiva al medio ambiente, a una redistribución más justa del ingreso, a una mejora a fondo del sistema educativo, a un mayor gasto en ciencia y tecnología, etcétera. Así, la crisis era o podía ser la vía para deshacerse de lo malhecho e iniciar su reconstrucción. La(s) crisis En términos relativos, en México tenemos una crisis más profunda que la norteamericana. Nuestra crisis general lleva decenios y se compone de una gama de atolladeros sin salida fácil, de fracasos rotundos. Para empezar está el económico, que lleva ya un cuarto de siglo y que, a su vez, puede subdividirse en laboral, financiero, industrial, agrícola, fiscal, turístico, etcétera; seguido por el de seguridad, de representación política, de impartición de justicia, el educativo y finalmente, englobándolos y resultado de todos, el atasco moral.Lo mismo las encuestas que la experiencia individual, muestran que en el México actual hay una buena cantidad de ciudadanos insatisfechos -algunos muy insatisfechos-, con el estado que guarda nuestra vida pública, que se sienten encolerizados por la persistencia de la corrupción a todos los niveles, desde la ventanilla hasta la Presidencia, defraudados por la forma en que se llevó a cabo la última elección presidencial, burlados por el comportamiento de cada uno de los partidos políticos y por la no representatividad del sistema en su conjunto, decepcionados con todas y cada una de las instituciones que se supone regulan la vida partidaria y defienden la legalidad del voto -IFE, Trife, FEPADE, los institutos electorales estatales-, irritados con la forma en que se comportan los supuestos representantes populares -los legisladores locales y federales-, desesperados por la ineficacia de las burocracias, temerosos y contrariados por la imposibilidad de contar con una adecuada protección policiaca, desalentados por la ausencia de un proyecto nacional y por la pérdida de oportunidades al tiempo que países como China, India o Brasil parecen dirigirse con confianza a un mejor futuro. Todo este conjunto de inconformidades y más caracterizan la crisis actual mexicana. Una oportunidad de pasar simbólicamente la factura a unas elites prepotentes, corruptas e irresponsables Para hacer de una gran crisis una gran oportunidad de reconstrucción se necesita lo que hoy tiene Estados Unidos pero de lo que México carece: un liderazgo con poder, con un gran proyecto, con una visión generosa, con enorme legitimidad, respaldado por un gabinete seleccionado de entre los mejores y por un partido -el Demócrata- que ganó claramente la mayoría en las urnas y no como resultado de una campaña de miedo -esa corrió a cargo de sus adversarios- sino de una propuesta imaginativa para rediseñar el capitalismo norteamericano sometiéndolo a reglas, poniéndole límites a las fuerzas del mercado y reviviendo el papel del Estado en beneficio de la mayoría, al estilo de Franklin D. Roosevelt hace poco más de 70 años.Hoy en México, simplemente no existe ninguna de esas condiciones. Ningún partido registrado, de izquierda, centro o derecha, tiene un liderazgo que esté mínimamente a la altura de las circunstancias. Todas las oligarquías partidistas son notables por su mediocridad moral e intelectual, su voracidad y corrupción. Sin embargo, forzados por un calendario implacable e ineludible, esa clase política dividida en tres grandes partidos -con un grupo de rémoras- tiene que convocar a la ciudadanía para que, en las urnas, emita un juicio sobre el resultado de sus acciones, sobre los frutos de su conducta tanto reciente como histórica. Se trata, pues, de un México convocado a elecciones intermedias en medio del desastre y del desánimo.Y es ahí donde los ciudadanos podemos tener una oportunidad de emitir una evaluación, de deslegitimar un arreglo cupular trágico y pasar así una factura, aunque sea simbólica, a las elites políticas y del poder e intentar abrir una brecha por donde, más adelante y con mayor esfuerzo, pueda introducirse el cambio. El verdadero voto de castigo En este momento, las urnas no le ofrecen al ciudadano eso que constituye el sentido mínimo de la democracia electoral: la posibilidad de elegir entre proyectos realmente alternativos. El PRI se mantiene básicamente fiel a su esencia oportunista original: tiene intereses no ideología y ni siquiera ha cambiado al grueso de sus cuadros dirigentes. Y cuando aparecen líderes jóvenes, éstos resultan ser, en su esencia, una copia casi fiel de sus ancestros. Un buen ejemplo es el caso del gobernador del estado de México, formado en la escuela de Isidro Fabela, continuada por Carlos Hank González y seguida sin cambio hasta Arturo Montiel.Desde el sexenio de Miguel Alemán el PRI se escoró a la derecha y justo cuando adoptó el neoliberalismo como proyecto a fines de los 1980, se encontró con la posibilidad de forjar una gran alianza con un PAN que había nacido en la derecha. En esas circunstancias, PRI y PAN trocaron características y papeles: a cambio de un apoyo indispensable tras el desastre de la elección de 1988, el PRI integró al PAN al círculo del poder y ya una vez ahí y por la vía de la negociación, el PAN dejó fuera su compromiso histórico con la democracia y la honestidad administrativa.Por su parte, la izquierda, tras la enorme frustración producto de dos derrotas a la mala en las urnas, llevó sus divisiones originales a sus últimas consecuencias en medio de una guerra interna dominada por la pasión fratricida. En esa lucha, el ala más "negociadora" o "moderna" contó con la simpatía y ayuda del gobierno, de los medios de comunicación, y de toda la gama de intereses que conformaron el gran frente antilopezobradorista del 2006. En esas condiciones, el PRD dejó de ser opción para quedar simplemente en una burocracia más, alimentada por los subsidios que dispensa el IFE, y que no se distingue en nada sustantivo de las del PRI y el PAN excepto por tener una cuota de poder menor. ¿Qué hacer? La solución de fondo es una nueva fuerza electoral pero en la coyuntura actual sólo queda el rechazo al arreglo existente. La mejor vía no es la abstención electoral porque se confunde con la simple desidia e indiferencia. Hay que mostrar voluntad yendo a las urnas y demandar lo que aún no existe: una auténtica opción. Una forma de hacerlo es votando en blanco o anulando el voto. Desde que en 1997 los votos más o menos se cuentan, este voto promedia el 2.76 por ciento; cualquier porcentaje que supere la cifra anterior sería un claro indicador de protesta. Otra posibilidad aún mejor es hacer uso del espacio en blanco de la boleta y poner ahí, de puño y letra, el nombre de un personaje real o ficticio que encarne nuestra esperanza o frustración; la autoridad electoral está obligada a registrarlo y dejar constancia que no fue una equivocación del votante sino un acto consciente de rechazo a la calidad de la vida política mexicana. En suma Actuar el 5 de julio de manera contraria a lo que nos pide la elite del poder mexicana podría ser un paso, modesto si se quiere, en la deslegitimación de un sistema partidista que no cumple con su función y, por eso mismo y si hay suerte, una oportunidad para empezar la construcción, de nuevo y desde abajo, de algo mejor.

¿Voto nulo?
Adolfo Sánchez Rebolledo
Montada sobre el abstencionismo histórico que marca las elecciones intermedias está en curso una protesta que promueve el voto nulo. Se trata, dicen sus promotores, de un exorcismo contra la partidocracia”, de la puesta en práctica de un recurso extremo que obligue a los políticos a rectificar su conducta. A querer o no, los ecos del viejo presidencialismo tienen resonancias inesperadas en el desprecio por las elecciones intermedias que el cambio democrático no ha conseguido revertir. Esa tradición negativa, sumada al malestar –y desencanto moral– ciudadano, explica la abstención y el rechazo a la política y los políticos, pero en la gestación de esta campaña no todo ha sido espontáneo. Antes de su salto a Internet, fue planteada como alternativa por algunas plumas y medios, “desencantados”, pero deseosos de presionar éticamente a la “clase política”, aunque fuera simbólicamente.
No se trata de defender la actuación decepcionante de los partidos (que deberían sentirse preocupados) como si atendiera a un principio intocable de la democracia, sino de los efectos políticos del voto nulo sobre el futuro democrático del país, toda vez que el juicio sumario elude la crítica concreta y suma a una postura pretendidamente democrática las más variadas posiciones. Más que pluralidad hay un amontonamiento de voces disonantes dispuestas a dar lecciones a quien se deje. Y allí van, juntos y vestidos de blanco, “espontáneamente”, políticos de raza, empresarios de sangre azul, beneficiarios directos de la burocracia revolucionaria; izquierdistas de ayer, atrapados como estatuas de sal en sus imaginarias o reales hazañas juveniles; los intelectuales que siempre renunciaron a los partidos en nombre de la libertad individual, mas no al acomodo en los intersticios del poder, la sociedad civil resurgida bajo los pliegues del mando empresarial para alentar a sus prohombres, candidatos del porvenir, en fin, los que ayer pidieron el voto útil en favor de Fox, hoy, sin autocrítica, piden inmolar a la partidocracia.
Y, junto a ellos, más allá o más acá de los abstencionistas, los neutrales, los “apolíticos” despojados de toda noción de civismo o solidaridad, caminan las víctimas colaterales de la mercadotecnia aplicada como sustituto de la deliberación nacional: los ciudadanos desairados por la transición y las promesas fallidas de encarar los grandes problemas nacionales, pero también los que aprovechan la crisis institucional para sembrar la semilla de un presidencialismo sin contrapesos, bipartidista en la forma, unitario en contenido, más sometido al lobby de los poderes fácticos que al voto popular.
Entiendo que un ciudadano –o muchos– no encuentren incentivos para votar por los candidatos que se le presentan, pero hacer una campaña en toda la regla para convertir esa actitud en un objetivo político que busca ser tan importante como las elecciones mismas merece que al menos se nos diga (si entre tanta espontaneidad alguno de sus promotores se siente responsable) qué es lo que ese conglomerado planteará tras la catarsis del 5 de julio. ¿La formación de un nuevo partido? ¿La reforma electoral para lograr las candidaturas “independientes”? ¿El cambio de régimen político? ¿La constitución de una alianza “ciudadana” para atender 2012 anticipándose a los partidos? Sobre eso no se habla.
El desencanto legítimo entre los electores de la izquierda no es –salvo por abuso de la generalización de moda– comparable en sus orígenes y proyecciones al que se produce entre aquellos que confiaron en Calderón o se sumaron a la aventura de Madrazo.
Nada sería más torpe que no advertir las señales de agotamiento del régimen político. Pero esta crisis de representación, tiene causas y fechas precisas: está vinculada con 2006 y a la forma como las instituciones, el IFE, el TEPJF, el gobierno federal y el Poder Legislativo actuaron ante el problema de la sucesión. De ahí la necesidad de una gran reforma del Estado que permita el surgimiento de un nuevo régimen. La crisis es real, el camino inútil, pues el voto nulo suma y confunde las frustraciones de muchos con los intereses de los pocos que defienden sus parcelas de poder e influencia. No discrimina, abarca mucho y aprieta nada. Al gobierno federal le resultará barato cualquier resultado, pues la crítica contra la corrupción de “la clase política” será siempre una forma de diluir sus propias e intransferibles responsabilidades hacia los otros, sin permitir que el foco de la atención nacional se concentre en las cuestiones sustantivas, como plantea la táctica de Martínez.
Descontando los motivos “internos” que han erosionado la credibilidad de la izquierda hasta un punto inimaginable no hace mucho, es obvio que sus razones no se expresan adecuadamente con un voto nulo. La mayoría de los que piden la anulación no realizan un juicio crítico sobre los tres primeros años de la presidencia de Calderón. No discuten su legitimidad democrática. No hurgan en la promesas incumplidas, que no son pocas. Nada les interesa que el presidente del empleo, como se hizo llamar en campaña, navegue ahora sin rumbo en la peor crisis de nuestra historia. No se le exige que rinda cuentas en el tema del crimen organizado que absorbe todas sus energías. Sencillamente no hay debate sobre cuestiones cruciales de la vida pública, como si los mandatarios que gobiernan fueran una especie distinta de los demás políticos. Al final, todo termina donde comenzó: la gran protesta contra la reforma electoral que canceló el gran negocio de los medios y que, ahora, mediante la movilización no tan silenciosa en torno al voto nulo pretende restaurar, no la “libertad de expresión”, sino el lugar de privilegio que antes tenían y luego, según esto, un “modelo de sociedad democrática” de ciudadanos puros... sin partidos ni políticos. Por eso no hay que olvidar que en las campañas electorales lo primero es diferenciarse de los otros.
P.D. Unas líneas para recordar a Javier Wimer y a Alejandro Rossi. Hombres de su tiempo. Pérdida irreparable.

Me vale madre si de reciprocidad se trata, a la nula representatividad le corresponde el “voto nulo”.

Viridiana Cadena López.

El tema incómodo para los partidos políticos ante las venideras elecciones del 5 de junio es sin duda la cuestión que se está planteando la ciudadanía acerca del voto nulo.
El voto nulo hay que entenderlo no como un ataque a la democracia como mucho se ha dicho en contra de éste, pues lo que se busca es, por el contrario, no fortalecer la democracia disfuncional que tenemos hoy en día. Es un llamado de atención a nuestros gobernantes para modificar nuestro sistema político mexicano, porque no estoy de acuerdo con que tenemos el gobierno que merecemos y por eso es importante concientizar a las masas en cuestión a que el voto nulo no es una acción tirada a la basura, sino es un voto razonado, un voto que si tiene razón de ser.
El voto nulo es una forma de abstencionismo, pero no un abstencionismo pasivo sino activo, un abstencionismo que tiene un objetivo claro que es insertar a la ciudadanía en el juego político. Estamos exigiendo mecanismos que logren una efectiva representatividad, pues estamos frente a un gobierno que ya no es cercano a las demandas del pueblo mexicano, estamos viendo a un México por conglomerados, en el que podemos definir claramente la ruptura de la denominada por Gaetano Mosca “clase política” y un electorado congelado en el recuerdo de los que algún día clamaron su atención para ganar su voto.
El sí al voto nulo encierra pues la posibilidad de hacer efectiva la obligación de los gobernantes para representar a los gobernados, haciendo transparente la rendición de cuentas que merece. Además de la inclusión de la sociedad en general en la esfera de poder político por medio de candidaturas independientes.
Se habla también de cómo homogeneizar el movimiento que tiene varias vertientes, una forma sería uniformar la consigna que se va a poner en la boleta al momento de emitir el sufragio. A pesar de queaún no se ha logrado esa homogeneidad que se pretende, pero de manera genérica se piensa en dos opciones: poner un enunciado que encierre inconformidad o poner nombres de personajes que nada tienen que ver con la elección. Con respecto a esta última se piensa que no es una forma seria de expresar el descontento social. Sin embargo también es cierto que es una manera de hacer que forzosamente se cuenten los votos anulados a propósito, pues el nombre del personaje se pondría en el espacio para candidatos independientes y éstos forzosamente se contarían. De esta forma se tendría una mayor certeza al momento de medir la intensidad del movimiento pro voto nulo ya pasada la elección.
La decisión está en tus manos.

¿Vale la pena votar en 2009?(1)Allan Orozco
¿Vale la pena votar en 2009?, y hago la pregunta porque precisamente ya han iniciado las precampañas electorales y la clase política mexicana no da señales de estar interesada en otra cosa que no sean los venideros comicios y que, en medio de una crisis económica y de inseguridad, el grueso de la población esperaría un poco más de empatía por parte de los políticos. Quienes han hecho llamados a “apretarnos el cinturón”, hacen exhortaciones que se vuelven improcedentes cuando las partidas tope autorizadas para cada contendiente a una diputación son de $812 mil pesos, suma que muy probablemente varias familias mexicanas no alcanzan sumando sus ingresos de todo el año. Esta suma considero podría ser empleada para el equipamiento de escuelas o para un tema que dada la actual coyuntura económica es de fundamental importancia: el campo. Pienso que con $812 mil pesos bien se podría apoyar a un pequeño productor, y que pensando en todos los contendientes a las diputaciones, entonces se podría apoyar a varios pequeños productores. Además, esto sería una inversión que ayudaría, aunque sea un poco, a la resolución de dos problemas graves: la crisis económica y la creciente dependencia alimentaria.Considero tan grande la distancia entre el pueblo mexicano y la clase política que entonces es tal mi decepción y pienso en no salir a las urnas en 2009. Ir a votar en 2009 significaría dar el espaldarazo a los políticos respecto a que su labor me parecería adecuada generando un círculo vicioso donde yo me la paso quejándome sobre estos “representantes” y sin embargo en las urnas los apruebo.

¿Se siente usted representado por algún partido político? ¿Nosotros los estudiantes encontramos alguna representación en algún partido político? ¿El PRI y su renovación, me incluye a mí en su proyecto? ¿Acción Nacional contempla algún plan para colocarme en algún empleo donde pueda explotar mis contadísimas cualidades? ¿El PRD, chucho en su dirigencia, me ofrece algo? ¿PT y Convergencia, ¿qué?, cobijando a López Obrador, hay algo ahí? ¿El PSD y su improcedente idea de “regular el mercado de las drogas” (y la llamo improcedente porque una medida de esas dimensiones requiere un consenso de naciones, donde el nulo protagonismo de México en la esfera internacional no permitiría que se discutiera), me incluye a mi? Pero el peorcito de todos es sin duda el Verde Ecologista que el otro día llamó a mi casa para pedirme mi aprobación sobre el tema de la pena de muerte y que por solo estar a favor de tan novedosa propuesta y presionar el botón “1” de mi teléfono me haría acreedor a un paquete con ambulancia, descuentos en farmacias y no se que tantas cosas más. Vaya, al Verde yo de plano no le confiaría ni la más inofensiva tos.Y si la respuesta a los planteamientos que expongo allá arriba es “pues ninguno me representa”, entonces la siguiente cuestión sería: ¿Entonces voy a las urnas a anular mi voto? o ¿mejor me quedo en casa para ahora sí, pasados los tiempos de campaña, disfrutar del fútbol sin la horrorosa interrupción a media jugada de gol?. Acá en México la clase política, las autoridades electorales y aquellos que aspiran al poder ponen poca o nula atención en el tema del abstencionismo, índice que sirve como parámetro para medir el grado de inconformidad social y la crisis de credibilidad de los políticos. Allá en el país vecino, las recientes elecciones reportaron una participación de casi el 80% del electorado. Acá en México, durante las elecciones intermedias, la participación es del 40%, mientras que en las federales aumenta a casi el 60%. El abstencionismo es entonces de importante proporción y sin embargo no pasa nada, vaya, ni se pone en la mesa de discusión el tema para ver qué hacemos. Esto me hace pensar que una opción sería ir a las urnas a poner con el gran crayón “anulado porque ni uno me convence”. Supongo que unas 300 mil actas con la misma leyenda generarían alguna reacción. O quizás también no genere nada y las cosas sigan igual. ¿Qué hará usted?.

¿Vale la pena votar en 2009? (2)Allan Orozco
Hace varias semanas se realizaron en el Distrito Federal, Zacatecas, estado de México y Morelos, las elecciones del PRD para elegir a los candidatos a diputaciones federales, asambleístas en la capital y jefes delegaciones; la contienda electoral estuvo plagada de “irregularidades” que algunos medios de comunicación documentaron y que el mismo presidente nacional del sol azteca, Jesús Ortega minimizó, señalando que fueron irregularidades muy “focalizadas”, y posteriormente pidió “no generalizar los hechos”. Salta al recuerdo las pasadas elecciones, también internas al seno de la Revolución Democrática, donde se buscó elegir al dirigente nacional del PRD, contendiendo por Nueva Izquierda Jesús Ortega y por Izquierda Unida Alejandro Encinas. Luego de seis meses de disputas y diversas impugnaciones, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación proclamó a Ortega como presidente nacional del PRD, dando al bando de “los chuchos” el poder central de dicho partido. La elección, además de dejar a Ortega en la dirigencia, significó una nueva ruptura entre las diversas tribus aglutinadas en éste partido así como un desprestigio tremendo que arrojó al PRD (también con las acciones de resistencia civil pacífica encabezadas por López Obrador) al tercer lugar en preferencias electorales, luego de que en 2006, el sol azteca se ubicó como la segunda opción en las preferencias electorales.
Apenas hace casi dos meses, aparecieron en la televisión diversos espots electorales, entre ellos uno del PRD que llamaba la atención (además de por su poca visión) porque presentaba a una niña cocinando con el flamante dirigente chucho, un platillo de grotescas proporciones llamado “El nuevo PRD”; entre los ingredientes estaban la honestidad, la tolerancia, el respeto, la transparencia y demás ingredientes faltantes en las despensas políticas mexicanas. Lo acontecido en la capital, y particularmente en delegaciones como Gustavo A. Madero o Iztapalapa, significa, como apuntó el compañero Ballesteros Ávila (http://sintesisacatlan.blogspot.com/2009/03/la-eleccion-de-la-verguenza.html), la ausencia de una verdadera opción de izquierda en nuestro país, pues el acarreo de votantes, la compra de votos con efectivo o entregando despensas no son más que prácticas realizadas por el PRI.
En la actualidad, los principales partidos políticos optan por mecanismos medianamente “distintos” para la selección de candidatos a puestos de elección popular; el tricolor, por ejemplo, acepta (no abiertamente) las trampas y reconoce como ganador a quien realice más trampas, es parte de su lógica; el PAN, consciente de la ausencia de una estructura para seleccionar candidatos opta por elegirlos a “dedazo” (desde la dirigencia nacional, bajo el visto bueno del presidente, otra vieja práctica priista); el PRD, en cambio, busca apegarse a las tesis de la democracia optando así por la elección de candidatos a través del sufragio directo, participando la militancia y simpatizantes no afiliados.
La práctica citada anteriormente (la del PRD) parecería en el papel, la mejor, la más apegada a los ideales democráticos. Empero, en nuestro país no existe la estructura, ni partidista ni electoral, para poder realizar comicios abiertos al público en general, pues hacerlo de esta forma desemboca en actos como los vistos , actos que de hace algunas semanas que desde ningún punto de vista son “menores” (se le prendió fuego a boletas, se robaron boletas, etecé).
Es notorio que al interior de los partidos existen diversas corrientes que buscan perpetuarse en el poder a como de lugar. Es también notoria la colusión de los intereses partidistas al interior de las autoridades electorales (el IFE y el IEDF, por ejemplo). Resulta lamentable que en un país cuya estructura política sea la democracia representativa, se realicen este tipo de actos por demás reprobables y que únicamente terminan por decepcionar al ciudadano consciente, aquel que no se vende ni por 200 ni por 500 pesos. Corresponde a la sociedad organizada elaborar algún tipo de protesta que señale a la clase política (que no está ciega, aunque parezca), la inconformidad de tal o cual sector de la población, acudir a las urnas el cinco de julio sería una vía, anular el voto y escribir en la plantilla alguna frase alusiva a la democracia me salta a la mente. Requeriríamos observadores que dieran fe de que los votos anulados fueron contabilizados.
Otra opcion para la elección
Annjylian Breyda Gaytán Aguilar
El Sistema Político sufre de una crisis de racionalidad y de legitimidad, esto es por la mala resolución que han dado las instituciones, actores políticos y la cultura política a las demandas de la sociedad.
Esto ha ocasionado que los ciudadanos pierdan la confianza en la clase política, los ha orillado a no ejercer su derecho y obligación de votar este 5 de Julio. Pero esto será interpretado como si tuvieron otras cosas que hacer y no como protesta ciudadana. Lo mejor para que sea tomada en cuenta como protesta ciudadana es el VOTO NULO, esto significa asistir a las casillas y poner en la boleta electoral, pero no candidatos independientes, chistosos y tampoco esperanzas marxistas, sino un lema.
El VOTO NULO es el inicio de un proyecto a futuro con le cual se hará mas fuerte la democracia y se debilitaría a la partidocracia,presionando para que nuestras demanda sean resueltas .

Voto nulo, conciencia no cobardía.
Miguel Flores

Para que las personas realicen cualquier cosa u actividad primero necesitan un deseo después una acción. Además que la persona se identifique con la acción y que esa acción produzca determinado efecto derivado de una causa.
En otras palabras las personas desean otra cosa del sistema político actual a causa de la falta de representatividad de la población por parte de los partidos políticos. Por muchos otros factores que le han sido perjudiciales, la población decide actuar dentro de las instituciones y apegados a sus derechos y obligaciones que establece la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos en su articulo 36. Esta acción es el voto nulo millones de mexicanos están identificados con esta forma de expresar su descontento esperan que la acción de votar nulo produzca un efecto. Ese efecto esperado es efectivamente, la renovación de los partidos en un ámbito de representatividad de la ciudadanía y buscando el beneficio social.
Es el sistema partidista que debe de reaccionar procesando de manera correcta esta demanda legítima de la sociedad haciendo que los partidos, por efecto de esta protesta incorporen, las demandas de bienestar que exige la ciudadanía mexicana. Por ello es mentira que el voto nulo sea un voto inútil y de consecuencias obscuras sin futuro y sin razón de ser. Si el sistema de partidos no reacciona de manera que pueda ofrecer nuevas respuestas estará demostrando la negativa a representar el interés público confirmando descaradamente que responde únicamente a favor de una elite política. Sin embargo la fuerza de empuje y arrastre que el voto nulo podría representar logrará beneficios para toda la población y no nada más para un sector.
Se dice que es un modelo importado del extranjero por intelectuales que se creen mejores que los demás. La ortodoxia de los partidos piensa ideológicamente que los mexicanos son ignorantes, que no les importa informarse y que son incapaces de emitir un voto de opinión razonado y de conciencia. Por lo tanto, se añade, se trata de ¡¡¡una estrategia importada porque el mexicano es “tonto y cobarde”!!! Cosa que también es mentira.
Es mentira que debilite la democracia, pues uno de los pilares de ésta es la pluralidad y la libertad de expresarse dentro de un ámbito institucional que permite este tipo de expresión pacifica y legitima.
Los ciudadanos mexicanos debemos pensar la forma de hacer valer nuestros intereses y abrir camino en un sistema de partidos monolítico, poco dinámico y nepotista.
Piensa y actúa, voto nulo.

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